Está claro que el sector agropecuario es altamente dinámico, y frente a reglas de juego claras es el que mayor aceleración puede imprimirle a los cambios, señala un informe del Departamento Económico de CRA.
Si bien un tipo de cambio competitivo mejora las performance de las actividades agrícolas y regionales principalmente, un tipo de cambio volátil implica incertidumbre y bajo ella la toma de decisiones se posterga.
La heterogeneidad de las producciones argentinas hace que frente a un nuevo piso en el tipo de cambio, el semáforo encienda sus luces verde – amarilla y roja a la par dependiendo de qué actividad estemos analizando.
Empecemos por la luz roja, aquí encontramos todas aquellas actividades pecuarias que sin tener su resultado atado al tipo de cambio, a su vez si tiene insumos que lo están, básicamente todas aquellas actividades que convierten cereal y oleaginosas en proteínas ya sea en forma de carne (ganadería, porcinos, pollos parrilleros), leche (tambo) o huevo (gallinas ponedoras).
Estas producciones no solo se vieron afectadas como el resto con la suba de tarifas (eléctrica), impuestos (inmobiliario) y combustibles (gasoil), sino que también su costo de alimentación se incrementó en forma directa debido a que sus insumos productivos para la confección de alimentos balanceados están directamente relacionados con la paridad cambiaria del dólar.
En luz amarilla, ingresan en este sector las producciones regionales, que con un tipo de cambio más retrasado estaban en el rojo, pero la paridad actual les mejora el competitividad de exportación abriéndose una luz para mejorar la difícil situación que venían pasando, eso sí, este procesos de mejora de competitividad externa si no es apoyado en una reconversión tecnología y adecuación productiva, se irá diluyendo por efecto de la inflación interna de los costos productivos. Aprovechar las diferentes velocidades entre costos y producto final para dar un respiro que pueda sostener el recambio, parece ser lo más saludable.
En luz verde, encontramos aquellas producciones cuyo resultado final está directamente relacionado con el tipo de cambio, este es el caso de los cereales y las oleaginosas, la agricultura argentina tiene un alto nivel de competitividad y eso sumado a su alta capacidad de aceleración, la posicionan en una ventaja relativa frente al resto de las actividades del sector.
Su performance dependerá que no sea retrasada por medidas distorsivas, como fueron las retenciones que quitarían dinamismo al proceso iniciando un juego de «suma cero» para el país.
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