Como consecuencia de los ataques a la propiedad privada con la rotura de silobolsas, CRA señala en un comunicado que lo que el productor argentino produce es de su propiedad y su decisión de comercializarla es libre y soberana, que debe ser tomada conforme a necesidades y expectativas.

Ello sería fácil de advertir en una República normal; sin embargo cuesta que se entienda, fundamentalmente, por una marcada predica de opinólogos y políticos que hacen constante referencia al ritmo de liquidación de exportaciones y crean un ambiente culposo, cargando al sector agropecuario por la ausencia de dólares de circulación en el país. Hablan de la cosecha como si fuera de todos y dejan al productor que soporte la inversión y el riesgo. Son estos los repartidores de sudor ajeno.

En estos días asistimos a un creciente número de casos de roturas de silobolsas en distintos lugares del país, hecho que no es nuevo, pero que en determinado momento recrudece y parece estar estrechamente vinculado a un odio ideológico hacia el campo que encuentra su canalización en romper silobolsas para expresar su locura y violencia.

Paradójicamente de los cientos de casos ocurridos en estos años no conocemos un solo hecho esclarecido, identificados sus responsables y condenados por la justicia, este punto resulta central y muestra una justicia paralizada, incapaz de proporcionar mínimamente una respuesta ante fenómenos que se acrecientan y lo seguirán haciendo en la medida que no reciban su castigo.

En épocas de pandemia, con rutas fuertemente custodiadas para los ciudadanos honestos, cuesta entender que puedan circular delincuentes a romper silos y que jamás se los pueda identificar. Un Gobierno que dice ser para todos, debiera tener una respuesta contundente para evitar tanto vandalismo artero.

Tampoco se escucha a nadie del Gobierno,d y en especial a los responsables del área agropecuaria, condenar estos hechos y haciendo visible que se encuentran trabajando para evitar nuevos hechos.

Por último, el comunicado de CRA hace llegar su solidaridad a todos aquellos productores que han visto desaparecer su trabajo en mano de delincuentes, presumiblemente apañados por un sistema de permiso ideológico y nulo accionar de la justicia.