Ante la situación de crisis que atraviesa la industria frigorífica, la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa señaló en un comunicado que la misma es «el resultado de seis años ininterrumpidos de irresponsable intervención oficial en la actividad agropecuaria, con graves consecuencias para distintos eslabones de la cadena cárnica, incluidos, lamentablemente, los trabajadores del sector».
Las políticas que contribuyeron a la reducción del rodeo nacional se ven reflejadas ahora en el incumplimiento de los compromisos de exportación Hilton, el cierre de plantas frigoríficas y la pérdida de miles de puestos de trabajo, el aumento de precios al consumidor y la desaparición de muchos productores.
Esta realidad contradice lo expresado por la Sra. Presidente de la Nación ante la Asamblea Legislativa días pasados, porque la recomposición del precio del ternero no se debió a políticas virtuosas que estimularon su producción, sino, por el contrario, a la escasez generada por las medidas erróneas aplicadas desde 2006, que cortaron el ritmo expansivo de la producción ganadera.
Durante los últimos años, principalmente por las restricciones impuestas por el Gobierno, a través de la Secretaría de Comercio, la Argentina retrocedió entre los países exportadores de carnes, siendo superada por Brasil, Uruguay y Paraguay.
Al respecto, cabe recordar que si no se hubieran cerrado y restringido las exportaciones cárnicas a partir de marzo de 2006, nuestro país ya hubiera alcanzado la meta de exportar 1.000.000 de toneladas anuales, fijada ahora por el Programa Estratégico Agroalimentario (PEA) para 2020.
Muy lejos de esa cifra, el presente nos encuentra con exiguas exportaciones de poco más de 200.000 toneladas anuales, con la pérdida de mercados que llevaron años conquistar, incumpliendo compromisos como el de la Cuota Hilton, con decenas de plantas industriales cerradas y muchas otras con subutilización de su capacidad instalada, desaprovechando las oportunidades ofrecidas por un mundo ávido de alimentos.
Desde CARBAP entendemos que para llegar a este escenario, el Gobierno fue el protagonista de una política ganadera cortoplacista, que se valió de medidas contraproducentes, tales como prohibiciones, restricciones, encajes, listas de preciosos, compensaciones, ROEs, etc, sin escuchar, lamentablemente, las innumerables advertencias y reclamos que, con responsabilidad, se le hicieron en tiempo y forma.
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