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Marcelo Carmona, uno de los más reconocidos fitopatólogos argentinos, quien trabaja en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde tiene una larga trayectoria investigando y haciendo docencia sobre los temas vinculados a las enfermedades de los cultivos y los funguicidas, advirtió que “lo que hoy más se ve es la situación de las malezas; pero toda la agricultura va a ir generando cada vez más casos de resistencias por varios motivos, como el mal uso de los agroquímicos; pero también por los cambios en los microorganismos, en los sistemas productivos y en el clima”.

El experto recuerda que hay enfermedades que son difíciles de enfrentar por las severas resistencias que han desarrollado a cualquiera de los productos químicos con los que se intentaba controlarlas en los últimos años. Entre ellas sitúa a la roya de la soja en Brasil y a la ramularia en cebada en Europa. “Salen fungicidas para enfrentarlas, y a los dos años no sirven más”, relata Carmona.

En Argentina, la situación no es tan grave aún en los cultivos más difundidos, pero ya hubo casos de resistencia a fungicidas en papa; vid; manzana y maní. “En maní ya pasaron carbendazim, triazoles; estrobirulinas, y nada parece alcanzar”, resume el especialista.

La solución que encontraron en Brasil, cuenta Carmona, pasa por el mancozeb, un principio activo con más de 60 años de antigüedad que ahora retoma vigencia por sus características. Se trata de un fungicida protector no penetrante y multisitio. “Esa es la clave: actúa sobre seis lugares distintos y destruye a la célula. En definitiva, el hongo no se puede defender porque es atacado por un montón de lugares, no sabe de dónde viene la piña”, grafica el experto de la UBA.

En Brasil esta estrategia es un éxito y ha multiplicado por cinco el uso de este principio activo. “Todas las compañías recomiendan mezclar con él”, resume el fitopatólogo.

El principal proveedor de este principio activo en ese país es la compañía de origen indio UPL, que viene desembarcando fuerte en el mercado argentino con un producto que contiene mancozeb (70%), pero que incluye también azoxystrobin (5%). Además, tiene una formulación WG especial que se disuelve de manera muy eficiente en el caldo de aplicación. Su nombre comercial es Glory. Inicialmente, desde la compañía afirman que pisará fuerte en maní y soja, pero luego se extenderá a otros cultivos, con nuevas formulaciones.

En la Argentina, la formulación de Glory tiene todos los componentes necesarios y no hace falta mezclarlo con otros productos. Esta práctica de integrar fungicidas para evitar las resistencias es también impulsada por una institución técnica que cada vez tiene más predicamento a nivel mundial, el Comité de Acción contra la Resistencia de Fungicidas, conocido como FRAC (por sus siglas en inglés), cuyo capítulo argentino está en funcionamiento.

Los expertos sostienen que es clave tener una estrategia anti-resistencia y que el mancozeb no debe estar ausente de ella. Para diseñarla vale la pena tener en cuenta que, en soja, resulta muy útil ante enfermedades foliares como mancha marrón; tizón o roya, por ejemplo, mientras que en maní es estratégico frente a la peligrosa viruela tardía.

En kilos, las respuestas a su aplicación son contundentes. En algunos casos medidos en tizón en soja, en la campaña 2015/16, los ensayos mostraron resultados superiores a los 700 kilos extra comparados con el testigo sin tratar.

En definitiva, como sostiene Carmona, hay que usar los agroquímicos de la manera correcta. Y en ese sentido, uno de los errores más graves es no rotar los principios activos. Con la llegada del renovado mancozeb, se abre una nueva oportunidad de hacer las cosas bien y, al mismo tiempo, de aumentar los rendimientos.