* Ocupan 23 millones de hectáreas. La soja reportó el 90% de los beneficios, con u$s 65.435,8 millones. Los productores y el Estado, entre los más beneficiados.

Los transgénicos, que fueron la revolución agrícola mundial de las últimas décadas, tuvieron en la Argentina una tierra más que fértil para su desarrollo. Queridos u odiados, desde que fueron introducidos por Monsanto, con su soja RR, en 1996, no dejaron de expandirse y ocupan casi 23 millones de hectáreas de las 30 millones cultivadas, y sumaron nuevos jugadores.

Según un estudio del especialista Eduardo Trigo para Argenbio, Consejo fundado por la industria semillera, estos cultivos le otorgaron al país un beneficio bruto de u$s 72.645 millones en 15 años. Si bien el informe es privado, los resultados se basan en un modelo matemático creado por el INTA. La soja reportó el 90% de los beneficios (u$s 65.435,8 millones). De ese total, 72.4% fue para los productores; 21.2% para el Estado (por retenciones e impuestos) y 6,4% a las empresas de tecnología, básicamente, por ventas de semillas y herbicidas. Esta proporción cambia drásticamente en el caso del maíz: 68,2% para los productores; 11,4% para el Estado y 20,4% para las empresas. La diferencia entre ambos cultivos radica en que, históricamente, el mayor peso de retenciones recae sobre las exportaciones sojeras (con alícuota de 35%) y de ahí la fuerte participación del Estado en los beneficios.

Por otro lado, mientras de un grano de soja se obtiene uno igual para sembrar sin comprar una nueva semilla, en el caso del maíz, la adquisición es obligada. En esto radica el reclamo de las empresas: en el cobro de un canon de propiedad intelectual sobre las semillas como la soja. Se calcula que sólo el 30% de las semillas de soja certificadas que se siembran para algún tipo de regalía. Por eso Monsanto, por caso, lidera el mercado de venta de semillas de maíz en la Argentina y dejó de vender soja, negocio que pretende retomar en 2014. Desde Nidera, líder en ventas de semillas de soja y trigo, opinan que “durante estos años, los números fueron muy positivos para la Argentina, pero reflejan un tema pendiente que tienen que ver con la captura de valor”. Según el gerente de Asuntos Públicos de la firma, Hernán Maurette, aspiran a que se sancione “una nueva Ley de Semillas, que ya está consensuada entre los privados y el Estado”.

Recientemente, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, que asumirá el 10 de diciembre como diputado nacional, hizo hincapié en que se llevará ese proyecto como un pendiente al Congreso. Desde el sector productivo, la mayor resistencia a un nuevo sistema de regalías la da la Federación Agraria de Eduardo Buzzi. Aún así, la industria semillera viene negociando con productores y el Gobierno para poder cobrar regalías. El aporte económico de los transgénicos radica en menores costos productivos y en que permitieron ampliar la cantidad de tierras sembradas.