Según un informe privado, arrendar una hectárea representa hoy el 56% del gasto total en producir. Con el boom de la soja de los últimos años, la puja por alquilar tierras, modalidad con la cual se hace el 60% de la producción, desembocó en una situación inédita: hoy el gasto en el alquiler de campos representa para los productores el 56 por ciento del costo total de producir una hectárea de la oleaginosa. El dato surge de un informe de la consultora Openagro, que analiza la evolución de los precios de la soja y de los alquileres desde la campaña 2004/2005 hasta el ciclo actual, 2011/2012.

Para ello, toma un valor promedio de los arrendamientos en el centro norte bonaerense, el sur de Santa Fe y el sudeste cordobés, eje del corazón productivo de la pampa húmeda. Según el trabajo, en el ciclo 2004/2005 alquilar una hectárea en esa región costaba 9 quintales de soja por hectárea o, traducido en dólares, un monto de 148,5 dólares por hectárea. Con esos números, en ese momento, el arrendamiento significaba el 38% del costo total [incluidos labores, insumos y otros gastos], que trepaba a 392,4 dólares por hectárea. Pero la fiebre de las últimas campañas por sembrar más hectáreas disparó el valor de los alquileres. Productores, contratistas y pools de siembra se embarcaron en una disputa por cada hectárea en esa zona. Y así, dos campañas después, en 2006/2007, el costo del alquiler ya promediaba los 13,5 quintales de soja o, medidos en dólares, US$ 260,5 por hectárea. De hecho, en esa campaña el gasto en el arrendamiento ya se llevaba el 47% del costo total de hacer una hectárea de la oleaginosa, que rondaba los 560,23 dólares por hectárea.

Salvo en la campaña 2009/2010, cuando los precios de los arrendamientos tuvieron una baja luego de una campaña con sequía, bajos rindes y mala cosecha en el campo, la tendencia al alza en los arrendamientos se mantuvo. Y en la campaña actual, se arribó al escenario que describe la consultora: «Hoy en día, el costo de un alquiler representa más del 50% de los costos de producción». Exactamente, se trata del 56 por ciento para la zona antes mencionada.

Según el informe, en el ciclo actual el costo del alquiler promedia 17 quintales de soja. En dólares la cuenta da unos US$ 544 por hectárea. Considerando que, de acuerdo con la consultora, el costo total para hacer una hectárea en campos alquilados ascienda a 973,5 dólares por hectárea, en esta campaña el alquiler es el 56% del costo total. Para Guillermo Villagra, socio de la firma que elaboró el estudio, con esta realidad producir en tierras alquiladas es un negocio cada vez más estrecho. «Para el productor en campos alquilados el negocio se hace cada vez más estrecho. Quien arrienda resigna rentabilidad mientras los dueños de los campos [que dan en alquiler sus tierras] tienen más ingresos», expresó. En rigor, el inquilino corre más riesgos que el dueño del campo. Tiene que invertir en semillas, agroquímicos, fertilizantes y pagar el alquiler por más que la cosecha no haya sido buena. «Hoy el dueño del campo no corre riesgos, ya que cobra independientemente de los rendimientos [del productor]», indicó el directivo de la consultora. Por otra parte, un escenario con alquileres altos complica a los inquilinos frente a variaciones en los precios de los granos. De hecho, en septiembre pasado, la soja se derrumbó y eso puso en un brete a quienes habían pautado alquileres a precios altos. «Quien cerró alquileres con una soja a 320 dólares la tonelada [en la actualidad, la cosecha nueva cotiza en torno de los 300 dólares, luego de haber tocado hace unas semanas US$ 285] necesita más un mayor rendimiento para cubrir el costo del alquiler», advirtió la consultora en su informe. En esta línea, la consultora destaca que los rendimientos promedio del cultivo no subieron con el mismo ritmo que lo hizo el costo del alquiler. Así, mientras el rinde promedio del cultivo en esa macrorregión pasó desde 2004/2005 de unos 3000 kilos por hectárea a poco más de 3200 kilos por hectárea, el arrendamiento medido en dólares tuvo una explosiva suba desde 148,5 a 544 dólares por hectárea. «Sólo en los últimos cinco años, los alquileres aumentaron más del 35 por ciento, pero la producción en esos campos no subió de esa misma forma. Y en un año como éste, donde se cerraron alquileres con un precio de 320 dólares la tonelada de soja, los números no cierran [en ciertos casos de tierras arrendadas] y muchos productores están tratando de renegociar los contratos», concluyó Villagra.

Bolsa de Cereales (Fernando Bertello)