Las primeras proyecciones de producción pueden permitir al país sostener el ingreso récord de divisas del agro el año próximo. Sin embargo, dos supuestos claves deben sostenerse: que el clima dé una tregua a la producción y los precios no caigan.
Al estar acercándonos al comienzo de la ventana de siembra para la cosecha gruesa se van definiendo las intenciones de los productores y se puede realizar una primera aproximación respecto de lo que ocurrirá con la producción 2022/23 de los principales cereales y oleaginosas en Argentina. Con ello, y en base a los valores actuales de exportación, se delinean las primeras perspectivas en lo que respecta al ingreso de dólares por la exportación de los complejos soja y maíz el ciclo próximo.
Sin embargo, como es usual en la materia, el modelo de proyecciones se erige sobre un supuesto de rinde tendencial. De este modo, si prevalece el actual déficit hídrico, los resultados productivos pueden ser sensiblemente inferiores a los presupuestados y, con ello, ajustarse a la baja el volumen de exportación. Al mismo tiempo, no debe dejarse de lado que en términos históricos los actuales niveles de precios continúan siendo relativamente altos para esta época del año. Si eventualmente esta tendencia se revierte, incluso aunque la productividad no defraude los resultados en dólares pueden diferir enormemente de lo que es factible proyectar hoy. Al cierre del presente análisis se presenta, a modo de ejemplo, qué sucedería si los rindes de la soja y el maíz fuesen los mismos que los del ciclo 2021/22, afectado por sequía, en lugar de conseguir su nivel tendencial.
Sube el área de soja y cae la de maíz, pero la producción crecería en ambos casos
Para el nuevo ciclo, y tal como publico la Guía Estratégica para el Agro en su último informe mensual, la gran novedad viene del lado de la soja. Entre la campaña 2015/16 y la 2021/22, la oleaginosa fue cediendo en superficie, perdiendo un acumulado total del 20% en 6 años. Para la próxima campaña, sin embargo, se vislumbra un cambio en la tendencia y la soja crecería en superficie por primera vez desde ese entonces: se proyectan 16,7 M ha; es decir, una suba de 0,7 M ha o 4%. En base a estos números, y tomando un rinde tendencial de los últimos 20 años, la oleaginosa estaría en condiciones de arribar a una producción de 46,7 Mt, más de 10% por encima del tonelaje obtenido en el ciclo actual.
La contracara de este fenómeno es el maíz, que llevaba 7 años consecutivos ganando superficie, pero ahora rompe esta tendencia y se podrían llegar a implantar 8,2 M ha, una caída de 5% respecto de las 8,7 M ha sembradas en la campaña 2021/22. Este quiebre se debe principalmente a tres factores: el clima, los costos y la incertidumbre. Respecto del primero, el gran tema es la probabilidad de que el evento Niña continúe hasta diciembre, lo cual afectaría el desarrollo de los maíces tempranos, particularmente. Es por esto que, además de una caída en el área, también se avizora una reasignación de maíces tempranos a tardíos en aquellas regiones donde los planteos técnicos lo permitan. En cuanto al segundo, tal como se ha comentado en ediciones anteriores del Informativo Semanal, los precios de los fertilizantes nitrogenados se han disparado luego de la invasión rusa a Ucrania, y, dado el uso intensivo de fertilizantes del maíz, esto erosiona los resultados económicos del cultivo. Por último, también es necesario mencionar que la incertidumbre económica y política también atenta contra las posibilidades de los granos amarillos, por ser vista la soja como un grano más “seguro” por parte de los productores.
No obstante, a pesar de esta caída en el área destinada a los granos amarillos, la producción podría crecer en el próximo ciclo. Es que en la campaña actual el rinde resultó muy inferior al de los años anteriores (el promedio consolidado a nivel nacional se ubicó en 68,8 qq/ha, vs. 81,8 qq/ha en la 2020/21 y 83,5 qq/ha promedio de los últimos tres años). Por ello, si consideramos un rinde tendencial de los últimos 20 años, la producción de maíz 2022/23 podría alcanzar 54,9 Mt, es decir, 7,5% más que en la 2021/22 a pesar de la mencionada caída en la superficie.
Por otra parte, el otro de los principales cultivos que hoy se encuentra en pleno proceso de definiciones es el girasol. Esta oleaginosa viene ganando área hace tres ciclos y para el próximo seguiría en la misma línea. La superficie implantada podría alcanzar 2 M ha, un máximo en 15 años de la mano de los buenos precios que ha tenido en el último tiempo, y la producción podría alcanzar 3,9 Mt.
Por el lado de la cosecha fina, las cartas ya están jugadas y ahora todo depende del papel que juegue el clima en los próximos meses. A diferencia de lo que pasaba hace un año, en éste no ha acompañado y buena parte de lotes quedaron sin poder sembrarse por falta de humedad, llegando a poder completarse sólo 5,9 M ha, una caída de 1 M ha entre ciclos. Es por esto que la producción en la nueva campaña caería considerablemente: 17,7 Mt, un 23% por debajo del ciclo actual. Finalmente, el área de cebada se estima en 1,5 M ha (+11,5%) lo que permitiría arribar a una producción de 5,3 Mt (+5,2%).
Los cinco principales complejos del agro podrían dejar exportaciones por US$ 42.300 millones en la 2022/23
Así, con esta producción proyectada para los principales cultivos, los cinco principales complejos del agro argentino podrían lograr exportaciones por US$ 42.300 millones, sumando los principales granos y derivados. De efectivizarse este guarismo, se superaría en más de US$ 1.300 millones la marca del ciclo actual, y se estaría en un máximo histórico en materia de valor de las exportaciones de los principales complejos del sector por tercer año consecutivo.
Si bien los precios promedio de exportación de la gran mayoría de los granos y subproductos serían levemente inferiores en el próximo ciclo comercial respecto de los recibidos en la campaña actual, la mayor producción proyectada permitiría más que compensar la caída en los precios.
En el caso del complejo trigo, el valor de las exportaciones proyectadas del cereal para la 2022/23 alcanzaría US$ 4.270 millones, US$ 500 millones menos que en la campaña que corre. Esto se debe a que, a pesar de una caída en las toneladas proyectadas a exportar, los precios FOB diferidos del cereal para nueva campaña se mantienen en valores elevados y permitirían compensar parcialmente esta caída en volúmenes.
En lo que respecta al complejo maíz, lo proyectado para la campaña 2022/23 indica que las exportaciones del cereal generarían un ingreso de divisas de US$ 9.600 millones, US$ 330 millones más que en 2021/22 y un récord absoluto para los granos amarillos. A diferencia de lo que ocurre con el trigo, los precios FOB diferidos para el próximo ciclo se encuentran por debajo de los precios promedio de exportación de la campaña actual. Sin embargo, la mayor producción dejaría un saldo exportable de 38,5 Mt, 2 Mt más que en la campaña actual, por lo que este mayor volumen permitiría más que compensar la leve caída en los precios de exportación.
En cuanto al complejo soja, el principal complejo exportador del país, lo esperado para el ciclo 2022/23 es que el valor de las exportaciones alcance US$ 25.050 millones, casi US$ 1.300 millones más que lo estimado para el ciclo actual. Aquí, nuevamente, un leve recorte en los precios FOB de exportación proyectados para los principales productos son más que compensados por el incremento en el volumen proyectado a exportar. El gran impulsor es el poroto de soja, que alcanzaría más de US$ 3.200 millones, casi el doble que lo estimado para el ciclo actual. Esto se debe a que, en base a las estimaciones de producción, se proyectan exportaciones por 5,8 Mt, superando ampliamente los 2,7 Mt estimados para la actual campaña.
Los complejos girasol y cebada se apuntan con aproximadamente US$ 1.700 millones cada uno. En ambos casos, al igual que en la soja y el maíz, el incremento en las toneladas previstas a exportar de cada complejo permite contrarrestar una caída en los precios FOB proyectados para el próximo ciclo.
Cuando se observa la evolución de las exportaciones de los principales complejos agroindustriales, se vislumbra que el aumento en los precios de los principales productos desde el 2020 ha impulsado un fuerte incremento en el valor de las exportaciones. Para la nueva campaña, además, una recomposición en los volúmenes despachados permitiría más que compensar un leve recorte en los precios, que, cabe aclarar, igualmente se mantienen considerablemente por encima de la tendencia media.
Efecto Niña: ¿Qué pasa si los rindes son inferiores a los tendenciales?
Tal como se mencionó al principio, estas proyecciones preliminares son realizadas en base a las primeras intenciones de siembra, un rinde tendencial y precios FOB diferidos actuales. La producción finalmente obtenida dependerá fundamentalmente de lo que ocurra con el clima en los momentos críticos para los cultivos. En la campaña actual 2021/22 este fue un factor determinante que afectó considerablemente a los cultivos y limitó el potencial. Por ejemplo, en el caso del maíz, el rinde finalmente obtenido de 68,8 qq/ha fue 15% inferior al tendencial, mientras que en el caso de la soja el rinde de 27,7 qq/ha de la 2021/22 resultó 5% menor al tendencial.
Ante la elevada probabilidad de ocurrencia de un tercer evento Niña consecutivo, la posibilidad de que los rindes efectivamente obtenidos en la 2022/23 resulten inferiores a los tendenciales no es despreciable. Hoy estamos bajo la influencia de La Niña (enfriamiento del Pacífico) y se están monitoreando las probabilidades de que se prolongue para el período diciembre – febrero. Aún si se efectivizara el evento Niña para el próximo verano, y que existen fenómenos regionales y de escala corta que pueden contrarrestarlo, la posibilidad de rindes inferiores a los tendenciales es un factor que debe considerarse.
Por ello, en un ejercicio teórico es pensar qué ocurriría si, en lugar de considerar rindes tendenciales, consideramos que se repiten los rindes obtenidos en la 2021/22. En este caso, la producción de soja sería de 44,4 Mt (-2,3 Mt vs. escenario base) por lo que las exportaciones de grano caerían a 3,5 Mt y, dado que también se ajustaría el crush, se verían reducidas las toneladas exportadas de derivados. De darse una situación como ésta y en base a los precios FOB diferidos actuales, las exportaciones del complejo soja alcanzarían un valor exportado de US$ 22.950 millones, US$ 2.000 millones menos que en el escenario base.
El maíz sufriría un recorte productivo mayor. Si tomamos el rinde de la campaña 2021/22 la producción de granos amarillos alcanzaría 48,2 Mt (-6,7 Mt vs. escenario base) y dejaría un saldo exportable de 33,5 Mt. En tal caso, y tomando los precios FOB diferidos actuales, las exportaciones de maíz en grano sumarían US$ 8.380 millones, US$ 1.300 millones menos que en el escenario base.
De darse este escenario, las exportaciones de los principales granos y derivados en el próximo ciclo alcanzarían un valor de US$ 39.000 millones aproximadamente, US$ 3.300 millones menos que en el escenario base. No obstante, en estos últimos cálculos se toman los precios FOB diferidos vigentes y no se considera el efecto sobre los precios que seguramente tenga una menor producción de soja y maíz en Argentina.
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