En el norte de la Patagonia, el Valle Inferior del río Negro es la principal zona productora de avellanas y nueces con variedades comerciales modernas. La creciente demanda mundial asegura grandes perspectivas económicas.
En la actualidad, existe una tendencia mundial hacia una alimentación más saludable en la que los consumidores demandan cada vez más productos naturales, seguros y funcionales. En este contexto, los frutos secos ocupan un lugar destacado por los innumerables beneficios que proporcionan: son muy energéticos y ricos en grasas y proteínas, además de que ayudan a reducir el riesgo de diabetes e infecciones y enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Rodolfo Bouhier, técnico del INTA Valle Inferior de río Negro, se refirió a la creciente demanda mundial de este tipo de productos y aseguró que “los frutos secos están ganando mercados que antes no tenían, por sus cualidades alimentarias”. Esto indica un “incremento del consumo per cápita a escala mundial, con probabilidad a continúe aumentando”.
“Existen grandes perspectivas económicas para una actividad que se expande en la región”, argumentó. De acuerdo con Bouhier, tanto los avellanos como los nogales producidos en el Valle Inferior del río Negro se destacan por “ser frutos de variedades comerciales modernas y de muy buena calidad, requeridas por los mercados más exigentes”.
Para el especialista, “estos frutos se posicionan con ventajas frente a la fruticultura tradicional de la región, sobre todo por su alta demanda y rentabilidad, sus menores requerimientos de mano de obra e insumos y la prolongada conservación del producto”.
En cuanto a la composición del sector productivo, Bouhier detalló que hay 64 productores que poseen 90 unidades productivas –la mayoría de pequeña y mediana escala–. En algunos casos, combinan avellanas y nueces.
“Si bien el grado de evolución de los diferentes eslabones es heterogéneo, en la región existe un conjunto de actividades y servicios que, desde la producción primaria, acondicionamiento y comercialización de la fruta, cubren todas las etapas necesarias para obtener productos en condiciones de competir en el mercado nacional e internacional”, reconoció el técnico del INTA.
“En materia de industrialización –aclaró– se avanzó en el desarrollo de productos elaborados con nueces y avellanas como aceites y harinas alimenticias, que permitieron poner en valor los conocimientos de una primera etapa de investigación técnica, vinculada con los procesos para su elaboración”.
A su vez, el sector cuenta con el Clúster de Frutos Secos que funciona como un entramado institucional del que participan varias organizaciones e instituciones públicas y privadas de la región como el INTA y las Universidades Nacionales de Río Negro y del Comahue, además de las provincias de Río Negro y Neuquén.
En la Argentina, las plantaciones de nogal crecieron un 21,3 % del 2004 al 2014 con variedades que brindan fruta de alta calidad apta para los mercados más exigentes y de mayor poder adquisitivo.
Nueces y avellanas, protagonistas en la región
La producción nacional es de 11.733 toneladas de nuez con cáscara y, a pesar de tener poca relevancia en el contexto internacional, el elevado valor que obtienen las nueces en el mercado interno convierte al nogal en una alternativa productiva interesante para el productor.
Por su parte, la superficie plantada con avellanos en el país es de 700 hectáreas, de las cuales 560 se encuentran en el Valle Inferior del río Negro. Aunque la avellana no es un producto de consumo masivo como las nueces y las almendras, la producción nacional no alcanza para abastecer el mercado interno.
La producción nacional ronda las 250 toneladas con cáscara por año, la mayoría se comercializa descascarada, envasadas en bolsas plásticas herméticas o al vacío, a través de distribuidores, principalmente de Buenos Aires y de la zona andina de Río Negro, en su mayoría vinculados con dietéticas, chocolaterías, heladerías, confiterías y panaderías.
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