Con el objetivo de promover la obtención de variedades competitivas en el mercado, el INTA y el INIA Uruguay firmaron un convenio para el intercambio de material genético. Se realizó en el marco del Consorcio Regional de Papa, creado en el ámbito del Procisur.
Reunidos en Montevideo –Uruguay–, autoridades del INTA y del INIA Uruguay firmaron un Acuerdo de Transferencia de Materiales (ATM) que promueve el intercambio de material genético entre los países para la obtención de variedades competitivas en el mercado. Fue impulsado por el Consorcio Regional de Papa, creado en el marco del Programa Cooperativo para el Desarrollo Tecnológico Agroalimentario y Agroindustrial del Cono Sur (Procisur).
“Desde el punto de vista genético, es importante la incorporación de materiales genéticos de diversos orígenes para ampliar la base genética de la papa”, puntualizó María Cecilia Bedogni, investigadora del INTA Balcarce –Buenos Aires–, quien valoró: “Esto permitirá contar con materiales que tengan potencial para adaptarse a distintos ambientes productivos, adquirir tolerancias a factores bióticos (por ejemplo, enfermedades) o abióticos adversos (frío, sequía, calor), mejorar la calidad y aumentar la capacidad productiva del cultivo”.
Los materiales intercambiados se seleccionaron de una lista que cada país aportó al Consorcio Regional de Papa. “El material genético que se intercambiará son clones avanzados de los programas de mejoramiento y variedades de papa que cada país ha elegido previamente por diversas características productivas y sanitarias deseables, tanto en papas con destino al consumo en fresco como para la industria”, explicó Bedogni.
A su turno, Cecilia Gianoni, secretaria ejecutiva del Procisur, destacó: “La firma de este primer acuerdo es un paso estratégico para el nuevo Procisur que nos hemos propuesto desde el 2015, ya que contribuye a consolidar un trabajo, donde los esfuerzos nacionales, que se vienen realizando históricamente en los programas de mejoramiento en papa, logran un producto de cooperación regional, cuyo alcance va más allá de la suma de las partes”.
En esta línea, sostuvo que la firma del convenio significa la puesta en marcha “de uno de los grandes logros de este período, que seguirá con la firma de otros ATM entre los cinco países con el objetivo de que, a futuro, se puedan obtener variedades regionales para ser intercambiadas y utilizadas en los países”.
En el marco del acuerdo, la Argentina –a través del INTA– proveerá al INIA Uruguay los materiales B 06.772.2, B 10.509.4, B 06.07.640.4 y B 03.574.1, mientras que el INIA Uruguay aportará las variedades INIA Arequita e INIA Guaviyú y los clones 04033.1 y 06066.10.
El material genético será enviado como plántulas in vitro, según las normativas sanitarias estipuladas por cada país para el ingreso del material vegetal. “A partir de las plántulas recibidas, los investigadores de cada país generarán la semilla de papa y, una vez obtenida la semilla de cada clon, comenzarán a realizar los ensayos a campo de evaluación y selección del material”, argumentó Bedogni.
Las pruebas agronómicas se realizarán de acuerdo con un protocolo acordado entre los países que integran el Consorcio. Además, evalúan la incorporación de semilla botánica a la lista de materiales posibles de intercambio con la intención de generar mayor variabilidad genética en cada plan de mejoramiento.
En línea con este convenio, se espera que el resto de los países que integran el Consorcio –Embrapa de Brasil, INIA de Chile e IPTA de Paraguay– realicen acuerdos similares.
Una iniciativa regional
Nacido como un proyecto del Procisur, el Consorcio Regional de Papa fue constituido formalmente en marzo de este año con el objetivo de promover la obtención de variedades competitivas en los mercados de consumo.
Por entonces, el convenio de creación fue firmado por Juan Balbín, presidente del INTA en representación de la Argentina; Pedro Bustos, director nacional del Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Chile (INIA Ch); José Luis Repetto, presidente de la Junta Directiva del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria de Uruguay (INIA Uruguay); Maurício Lopes, presidente de la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuária de Brasil (Embrapa) y Moisés Santiago Bertoni, presidente del Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA).
“La formación de un consorcio tiene una relevancia estratégica para la cadena de papa de los cuatro países que, a su vez, tienen programas de mejoramiento genético”, sostuvo Balbín, quien también destacó que esta articulación favorece “la mayor participación de las instituciones en el en el mercado de nuevos cultivares de papa”.
Asimismo, Balbín explicó que la propuesta del consorcio apunta a “hacer accesibles las variedades de papa desarrolladas en forma conjunta a los países miembro y a países terceros, en línea con la demanda de los mercados consumidores”.
Una unión con historia
Los primeros intercambios de materiales genéticos, conocimientos y tecnologías entre los programas de mejoramiento genético de estos países se realizaron a partir de 1984, impulsados por el Programa Cooperativo de Investigación en Papa (Red Procipa) con participación y financiamiento del Centro Internacional de la Papa (CIP).
Estas acciones permitieron introducir mejoras en el cultivo y afianzar los lazos entre los investigadores, cuyos estudios también tienen el apoyo de la Asociación Latinoamericana de la Papa (ALAP) en articulación con el Procisur.
Hasta el momento, el principal desarrollo conjunto de cultivares fue llevado a cabo a través de un acuerdo de cooperación técnica entre Embrapa e INIA Chile, cuya primera etapa implicó el intercambio de experiencias y transferencia de algunos genotipos del INIA hacia Embrapa que mostraron buen desempeño productivo.
Con el propósito de obtener nuevos cultivares y optimizar los recursos invertidos por las instituciones, la comisión directiva del Procisur promovió la creación de este consorcio que facilitará el desarrollo conjunto de cultivares, mediante evaluaciones agronómicas de clones avanzados cedidos por cada uno de los países.
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