Según el INTA Valle Inferior, ubicado en la zona de Viedma, «Hace varios años que pasa lo mismo: hay lluvias abundantes durante otoño-invierno para que crezca mucho pasto y durante primavera hay abundante semillazón en las flechillas. En diciembre sube la temperatura, termina el ciclo de las gramíneas, cae la semilla y se acumula pasto seco, combustible peligroso para el fuego».

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El informe del INTA expone además que «si el verano se mantiene fresco y húmedo, con algunas lluvias repetidas y rocíos fuertes, el pasto rebrota y se atenúa el riesgo de expansión de incendios. Si las condiciones son “normales”, con veranos cálidos y secos, con tormentas eléctricas intensas, el riesgo es alto y el incendio es casi inevitable».

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«Si a esta situación climática le sumamos una carga ganadera baja que no consume todo el forraje crecido y las escasas medidas de prevención que no se aplican en el momento adecuado, el riesgo es mucho mayor. Peor aún, a veces motivados por los primeros fuegos, se intenta prevenir tarde usando fuego en días de calor y fuertes vientos para limpiar alrededores de las casas, banquinas o alambrados, aumentando dramáticamente el riesgo de incendio, en vez de disminuirlo».

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El comienzo de los incendios

Los incendios se iniciaron probablemente por la caída de rayos y fuertes vientos desatados a la medianoche del 20 de diciembre, sobre todo al noreste de General Conesa y al sur de la Comarca Viedma Patagones (Gral. Palacio y La Cuchilla). «Estos puntos muestraran el inicio y la rapidez de expansión del fuego potenciada por los fuertes vientos que día a día avanzó quemando pastos, arbustos, alambrados y animales».