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La inflación de los últimos dos años licuó la buena rentabilidad que había recuperado el sector. Ya hay cifras que muestran que comenzó a gestarse una nueva fase de liquidación de vientres. Muchos ganaderos optan por retirarse del negocio. La Argentina desapareció del mercado internacional.

La aceleración del proceso inflacionario registrado durante los últimos 2/3 años en el país está generando serios inconvenientes para diversas actividades productivas que ven como pierden competitividad a medida que se licua su rentabilidad.

Tal es el caso, por ejemplo, de la ganadería vacuna, una actividad en la que Argentina fue históricamente pionera en el mundo, pero que, por una serie de políticas desacertadas en el periodo 2006/2009, dejó de serlo y se convirtió en un caso emblemático a no seguir.

Lo cierto es que si bien esta actividad tocó fondo en el año 2010 (cuando quedó en evidencia la pérdida de 12 millones de cabezas), en los últimos dos años había logrado reactivarse a partir de los buenos precios que presentaba la hacienda por la escasez de oferta.

El proceso de recomposición del stock ganadero marchaba relativamente bien hasta mediados del año pasado. Sin embargo, las últimas cifras difundidas por entidades privadas del sector muestran cómo comenzó a gestarse una nueva fase de liquidación de vientres.

Desde la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra) advirtieron a La Política Online que “los datos de faena de hembras durante el primer trimestre del año nos muestran claramente que se ha paralizado la retención de vientres”.

En otras palabras, que haya liquidación de vientres significa que los productores ganaderos (muchos de los cuales habían vuelto a invertir en 2010 por los buenos precios) se están retirando del negocio ante la falta de expectativas favorables y reglas de juego claras.

Corto y largo plazo

Para Guillermo Moreno esto significa que los precios de los distintos cortes cárnicos se mantendrán muy baratos debido a la presencia de mayor oferta de hacienda para faena en el mercado.

Es decir, el escenario a corto plazo es favorable para la Casa Rosada y los consumidores. Pero en el mediano y largo plazo (la ganadería es una actividad biológica), el impacto podría ser de igual o peor magnitud que el estallido de precios vivido en 2010.

En este contexto, preocupados por la realidad que atraviesa el sector, el miércoles pasado se reunieron los integrantes de la Comisión de Ganadería Vacuna de la Federación Agraria (FAA). “La opinión pública puede llegar a tener la sensación ficticia de que ha mejorado la actividad. Pero en realidad, esto será carne para hoy, hambre para mañana”, alertaron.

“Nos preocupa la falta de interés que vemos en el último tiempo en los remates y las ferias. Esto se da en todas las categorías, pero con mayor notoriedad en las que indican largo plazo, como la vaca preñada o las vaquillonas para servicio”, señalaron los dirigentes federados.

Para tener una idea, en 2012 se exportó apenas el 7 por ciento de lo producido en el país (unas 185.000 toneladas), una cifra muy por debajo de las 750.000 toneladas exportadas en el año 2005 antes de la intervención del Gobierno en el mercado.