Especialistas del INTA Paraná –Entre Ríos– advierten sobre la detección temprana de la enfermedad en la región. Recomiendan aumentar la frecuencia de monitoreos, debido a que puede afectar todos los estados fenológicos del cultivo.
Considerada una de las enfermedades más importantes del trigo a escala mundial, la roya estriada o amarilla (RA) puede afectar todos los estados fenológicos del cultivo con gran impacto económico. Especialistas en fitopatología del INTA Paraná –Entre Ríos– alertan que la detección ocurrió cuatro días antes que la campaña anterior y brindan recomendaciones.
Norma Formento –especialista del INTA Paraná, Entre Ríos– confirmó la detección temprana de roya amarilla o estriada (RA) en María Grande, una localidad perteneciente al Departamento de Paraná, cuatro días antes que la campaña anterior. “En 2016, se determinó el primer caso el 20 de septiembre, el 10 de agosto en 2017 y, en esta campaña, el 6 de agosto”, detalló.
Frente a este contexto, recomendó “aumentar la frecuencia de los monitoreos y observar con detenimiento las hojas inferiores de los cultivos”. Una vez confirmada la presencia de la enfermedad será necesario cuantificar en variedades susceptibles –no deberían superar el 10 % de incidencia, es decir estrías de roya en no más de 10 hojas–.
En todo momento, la investigadora destacó la importancia de “contactar a los especialistas del INTA para un mejor asesoramiento”.
“Si bien la roya era considerada una enfermedad ocasional, desde el 2000 se expandió por el mundo y la vieja población de razas fue reemplazada por otras nuevas”, explicó Formento, quien agregó: “Estas, de mejor adaptación, fueron agresivas a temperaturas más altas (18°C) y podrían ser la causa de la expansión geográfica y de las recientes epifitias”.
En este sentido, subrayó la importancia de “seleccionar variedades comerciales de trigo con buen comportamiento a roya estriada o amarilla” y lo consideró “una técnica de manejo eficaz, de costo bajo y amigable con el ambiente”.
En materia de resistencia, Formento especificó que “en el mercado, se encuentran disponibles numerosas variedades de muy buen comportamiento a la enfermedad”, al tiempo que explicó que existen dos tipos de resistencia a las royas: de plántula o de planta adulta.
En el primer caso, es controlada por un solo gen, lo que la vuelve efectiva por el corto período en que le confiere resistencia en todos los estados de desarrollo de la planta. En el segundo, la roya es controlada por uno o más genes, por lo que la resistencia es más durable y de protección incompleta.
“Sin embargo, los cambios rápidos que ocurren en la virulencia del patógeno pueden quebrar la resistencia de las variedades que presentan solamente resistencia de plántula y, para minimizar los efectos negativos, será necesario realizar monitoreos frecuentes y posiblemente utilizar fungicidas”, reconoció Formento, quien señaló: “Las pérdidas en variedades susceptibles pueden rondar entre el 40 y 50 %”.
En cuanto a los últimos registros de la enfermedad, la técnica recordó que en 2010 fue detectada en lotes de producción en las localidades de Viale y Hasenkamp (Paraná), Maciá (Tala) y Perdices (Gualeguaychú). En 2015, se la registró en Oro Verde (Paraná) en pocas hojas de una variedad susceptible.
En 2016 y 2017, la enfermedad se diseminó rápidamente por toda la región pampeana y extrapampeana con altos niveles de severidad en cultivares muy sembrados por los productores trigueros.
Se trata de un parásito obligado capaz de afectar todos los estados fenológicos del cultivo. Históricamente fue importante en regiones frescas y húmedas como el norte de Europa, región Mediterránea, medio este y oeste de Estados Unidos, Australia, este de África, China, India, Nueva Zelanda y región andina de América del Sur.
A su vez, su presencia es relevante en áreas tropicales a latitudes altas como el norte de África, valles del Himalaya, Pakistán y México.
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