Frente a una nueva campaña arrocera que comienza a principios de septiembre en el NEA, especialistas del INTA Corrientes repasan los puntos estratégicos para tener en cuenta durante la planificación agrícola. Elección de variedades, calidad de semilla, densidad, fecha y forma de siembra, los más importantes.
De acuerdo con la recomendación de los técnicos, septiembre es el momento indicado para el inicio de la siembra del arroz. Según la zona –las provincias de Corrientes y Entre Ríos encabezan la superficie en producción–, a principios de este mes se ubica la fecha más próspera para el cultivo del cereal y, por lo tanto, marca la programación de las prácticas. Elección de variedades, calidad de semilla, densidad, fecha y forma de siembra, los puntos clave para tener en cuenta durante la planificación.
Alfredo Marín, especialista en manejo de arroz del INTA Corrientes, hizo hincapié en la elección de cultivares y señaló que, para la selección, deben priorizarse dos criterios estratégicos: las exigencias del mercado y las condiciones agroecológicas, que maximizan o limitan los rendimientos de la variedad en cada sitio.
En este sentido, recomendó la lectura atenta de las cartillas provistas por los semilleros, que presentan información sobre las características de las variedades comerciales, en los temas: aceptación por parte del mercado –aptitud para comercialización en plazas internas y de exportación–, capacidad de rendimiento, adaptación al medio –a fin de preferir cultivares que demuestren rindes estables, aún en condiciones de crecimiento no ideales– y tolerancia a enfermedades, así como a otros estreses.
En relación con la sanidad, el técnico sugirió seleccionar variedades con mayor tolerancia a piricularia, toxicidad por hierro y vaneo fisiológico. “Esto permite tener un cultivo con buen comportamiento y, en el caso de enfermedades causadas por hongos, reduce la necesidad de aplicación de fungicidas”, explicó Marín.
Para las condiciones de Corrientes, las variedades que se aconsejan para el tipo Largo Fino –preferido para exportación– son: SCS 121, IRGA 424 CL, Gurí INTA CL, Taim, IRGA 417, Puitá INTA-CL, CT 6919-INTA, IRGA 424, IRGA 426, IRGA 428 RI, Tranquilo FL-INTA, Ita Caabo 107 e Ita Caabo 110. En el caso de los híbridos, se destacan Inov CL, XP102 CL y Titan.
En tanto, para los arroces Doble Carolina –predominantes en el consumo interno–, se recomienda Fortuna-INTA.
En relación con la calidad de la semilla, Marín argumentó: “La adecuada elección de la semilla asegura al productor, desde el inicio, la posibilidad de minimizar problemas y de contar con un producto final adecuado según los objetivos planteados al comienzo de la producción”.
“La mejor semilla será la que se adapte a nuestro objetivo de producción, al destino del cereal y a la zona donde se cultiva, en pos de evitar problemas sanitarios y de manejo”, definió el especialista. Para asegurar un nivel de sanidad (libre de plagas, enfermedades y virus), pureza varietal y su buen estado general, es fundamental que la semilla utilizada provenga de semilleros autorizados por el Instituto Nacional de Semillas (INASE).
Respecto del estado, el técnico destacó la importancia de conocer el año en que la semilla fue cosechada y envasada, su poder germinativo y su energía germinativa. “Tener presente el tiempo de vida que mantiene la semilla una vez cosechada; esta información debe ser brindada en el momento en que la semilla es envasada, porque los valores iniciales cambian con el paso del tiempo y según su modo de conservación”, explicó Marín.
Densidad, fecha y forma de siembra
En el caso de las variedades modernas de grano largo fino utilizadas en la actualidad, la cantidad de semilla que se siembra por hectárea ronda entre los 80 y 100 kilos. Por su parte, para la variedad de grano Doble Carolina, como Fortuna INTA, el peso de semillas requerido no debería sobrepasar los 130 kilos por hectárea, mientras que las variedades híbridas registran una densidad de entre 40 y 45 kilos por hectárea.
De acuerdo con el investigador, “las menores densidades de siembra en variedades modernas de grano largo fino permiten que expresen su capacidad de macollamiento y generen plantas más firmes, resistentes al vuelco y a enfermedades fúngicas”.
En este contexto, Marín remarcó la buena distribución espacial de las plántulas a partir del uso de sembradoras con menor espaciamiento entre surcos. “La distancia por encima de los 18 centímetros convencionales perjudica la buena distribución de las plantas y, por lo tanto, no es aconsejable”, detalló.
A su vez, debido al uso de cantidades reducidas de semilla y la siembra en épocas tempranas, se recomienda el pretratamiento de la semilla con funguicidas, que, con un relativo bajo costo, asegura un buen arranque del cultivo e implantación.
En relación con el calendario y con el objetivo puesto en maximizar los rindes, la sugerencia es realizar todas las labores previas de preparación de los lotes a fin de estar en condiciones de iniciar la siembra a principios de septiembre.
“Esta decisión apunta a maximizar los rendimientos, al tiempo que permite un mejor aprovechamiento de la energía solar, al hacer coincidir la etapa de prefloración y floración de la planta –la época de mayor demanda de luminosidad– con los meses de diciembre y enero, cuando hay mayor oferta lumínica”, detalló Marín.
Otra ventaja adicional es que septiembre, generalmente, es un mes con bajas precipitaciones en Corrientes y esto facilita la planificación y operaciones de siembra.
De acuerdo con el técnico, el sistema de siembra en surcos (en líneo) es el que mejor se comporta. Entre las ventajas, señaló el ahorro de semilla y la distribución uniforme que se logra tanto en lo espacial como en profundidad, un aspecto clave debido a que redunda en la emergencia más uniforme del cultivo.
Se sugiere realizar la siembra lo más superficial posible con la única condición de que las semillas queden bien tapadas para evitar que sean comidas por aves o roedores. “La ubicación superficial se debe a que el mesocótilo y coleóptilo, primeros órganos vegetativos de las variedades semienanas, son muy cortos y determinan que la plántula sólo pueda emerger en profundidades menores a los dos centímetros”, indicó Marín.
Para lograr esta ubicación, es imprescindible que la sembradora se encuentre en buenas condiciones y que haya sido cuidadosamente calibrada para que la descarga de semillas y fertilizante sea uniforme y de acuerdo con las cantidades planificadas.
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