Técnicos del INTA La Rioja destacan el potencial de esas razas bovinas y proponen el uso sustentable del pastizal natural y el manejo del rodeo como una alternativa para el desarrollo de los sistemas productivos de la región.

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Los Llanos de La Rioja es una región que se caracteriza por el clima árido, con veranos cálidos e inviernos suaves, en los que existe una gran variabilidad espacial y temporal de las lluvias –sólo llueve en el verano–. Allí, la ganadería es una de las principales actividades productivas y la raza criolla aparece como una herramienta para incrementar la productividad de la región. Con tecnologías orientadas al uso sustentable del pastizal natural y al manejo del rodeo es posible obtener más kilos de carne por hectárea en compatibilidad con el ambiente.

En esta zona del país, las condiciones ambientales limitan mucho la actividad agropecuaria. “La mayoría de los productores se dedican a la ganadería de cría bovina y caprina extensiva en grandes superficies y escasa infraestructura”, señaló José María Tessi, especialista en conservación y mejoramiento de bovinos criollos del INTA La Rioja, y agregó que “en general, son minifundistas cuya principal característica es que desarrollan la actividad en campos de uso común y sin alambrados perimetrales”.

De acuerdo con datos del Senasa, La Rioja cuenta con un stock de 160 mil cabezas. Allí, el INTA destaca el potencial de las vacas criollas por la rusticidad, mansedumbre, fertilidad, longevidad y adaptabilidad a los ambientes desfavorables de las zonas áridas y semiáridas. “Estos atributos las convierten en una buena alternativa para lograr más kilos de carne por hectárea”, aseguró Tessi para quien la cruza de la raza local con el Aberdeen Angus significaría un salto de calidad en los sistemas ganaderos.

Con el objetivo de incrementar la productividad de la región, técnicos del INTA La Rioja desarrollaron un “paquete de tecnologías” orientadas al uso sustentable de los recursos. “Cuando hablamos de ‘paquete tecnológico’ hacemos referencia a una serie de prácticas de manejo con las que, realizadas en tiempo y forma, se logran buenos resultados”, señaló el técnico del INTA.

Luego de 11 años de evaluaciones, y con el uso integral de las tecnologías propuestas, fue posible incrementar la carga ganadera a ocho vacas por hectárea. “Un gran avance, si se compara con sistemas representativos de la región que tienen cargas de hasta 30 hectáreas por equivalente vaca”, expresó Tessi y agregó: “Además, se aumentaron hasta un 80 % los destetes y se obtuvo una producción de carne por hectárea de hasta 21 kilos”, destacó Tessi.

Las acciones incluyen el manejo del rodeo, del recurso forrajero, el uso racional del recurso hídrico y la evaluación de razas bovinas como el Criollo Argentino y el Aberdeen Angus. “En nuestra región, una de las principales limitantes es la disponibilidad de forraje, siendo los pastizales naturales el principal recurso forrajero, por esto se pone énfasis en que su uso sea sustentable”, indicó el técnico del INTA quien explicó que “evaluamos nuevas alternativas como la introducción de pasturas exóticas como Buffel Grass para recuperar, en el corto plazo, áreas totalmente degradadas y asegurar una fuente de alimento más estable para los rodeos”.

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Más kilos de carne por hectárea

El manejo de los pastizales, sumado a la carga animal, son dos eslabones que tienen un rol estratégico en la producción ganadera. En este sentido, Tessi analizó cuáles son las mejores estrategias para aumentar la productividad de los rodeos y asegurar la sustentabilidad y rentabilidad del sistema.

“El ajuste de la carga ganadera, según la disponibilidad del forraje en el establecimiento, es fundamental debido a que con un balance entre la oferta y la demanda se evita la degradación prematura de los campos por el sobrepastoreo”, señaló el técnico del INTA.

Por otro lado, Tessi hizo hincapié en el manejo de los rodeos. “Lo ideal es que coincidan los meses de mayor requerimiento animal como el último tercio de gestación, parición y lactancia, con los meses de mayor oferta forrajera”, indicó y explicó: “Para tener una referencia, este período abarca de noviembre a marzo”.

En este sentido, la planificación de las actividades que deben realizarse garantiza el éxito del establecimiento, esto se debe a que permite conocer de ante mano la distribución de las pariciones y clasificar los vientres por edad y capacidad funcional reproductiva.

Tessi: “Lo ideal es que coincidan los meses de mayor requerimiento animal, como el último tercio de gestación, parición y lactancia, con los de mayor oferta forrajera”.

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El valor de lo local

De acuerdo con la FAO, en América Latina “el ganado criollo es un recurso que contribuye al desarrollo, seguridad y soberanía alimentaria de las regiones donde se los promueve; por lo que es fundamental alinear los recursos zoogenéticos a los sistemas de producción locales”.

“No hay dudas que el ganado criollo está preparado para aprovechar las ventajas del territorio que lo rodea”, aseguró Tessi para quien “características como: rusticidad, mansedumbre, variabilidad genética, facilidad de parto y aptitud materna, la convierten en una raza con gran potencial para la región”.

Siglos de fuerte presión de selección natural generaron biotipos altamente adaptados a condiciones ambientales pobres, como las zonas áridas y semiáridas. “La rusticidad es la capacidad que tiene el animal para seguir produciendo como si no pasara nada”, expresó el técnico del INTA y agregó: “La vaca sigue gestando y dando leche o el animal sigue creciendo, a pesar de las condiciones ambientales desfavorables”.

Asimismo, Tessi analizó la docilidad y longevidad como las mayores ventajas que aporta la raza criolla para facilitar su manejo. “Esto no sólo constituye una fuente de diversidad genética para enfrentar los diversos factores que amenazan la producción sino también son una fuente de identidad regional”, añadió.

En cuanto a las características de la carne, Tessi confirmó: “El rendimiento a faena del ganado criollo es similar al de otras razas bovinas y su carne tiende a ser más magra, o sea, con menos grasa”. Esta cualidad, posiciona al criollo como una buena alternativa para potenciales mercados que demanden carne de calidad con menor cantidad de grasa.