La incertidumbre del mercado mundial, las sub-óptimas condiciones de producción y la caída de los precios amesetaron el ritmo de comercialización de la nueva cosecha de girasol.

Panorama productivo

La falta de agua está poniendo en jaque a la producción argentina de girasol, que, de las excelentes perspectivas productivas en la antesala de las siembras, pasa hoy a un terreno de fuerte incertidumbre productiva por la falta de agua que recorta su potencial de producción.

La producción de girasol en Argentina tiene dos grandes núcleos, uno con epicentro en Chaco y norte de Santa Fe, y otro en el sur de la provincia de Buenos Aires. En base a los mapas de la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA), se observa que las reservas hídricas en las regiones donde se cultiva el girasol han disminuido notoriamente respecto al año 2021, lo cual repercute en la producción de la próxima cosecha. En la última semana, particularmente, el panorama se agravó en el sur de la provincia de Buenos Aires, el núcleo productivo que hasta ahora venía relativamente indemne.

Frente a este panorama, si bien se proyecta un incremento de la superficie dedicada al girasol, la falta de humedad demora la siembra especialmente en el núcleo sur. Debe destacarse, de todos modos, que las 2,2 M ha que se han proyectado para la cosecha 2022/23 suponen la mayor superficie destinada a la oleaginosa desde la campaña 2007/08.

En Chaco, el cultivo avanza con condiciones de regulares a buenas. Se registraron avances durante los principios de la presente semana, que contribuyen al inicio de su etapa reproductiva, pero aún no son suficientes. Para la provincia de Santa Fe, el cultivo implantado evoluciona correctamente, pero de no contar con precipitaciones en los próximos días, las siguientes etapas fenológicas se verán comprometidas por la escasa humedad del perfil.

Ante la incertidumbre productiva y la caída de precios, la comercialización se desaceleró en plaza local

Desde los últimos máximos alcanzados a comienzos de junio el precio de la cotización local del girasol ha descendido casi de manera constante. En dicho momento se encontró en US$ 690/t, mientras que en la última semana tuvimos valores de US$ 365/t, según los precios pizarra de la Cámara Arbitral de Cereales (CAC – BCR). De esta forma, puede afirmarse que en este período nos encontramos con una caída cercana al 47% en términos relativos. Asimismo, los valores actuales se encuentran por debajo de los precios registrados un año atrás, puesto que para el 18 de octubre de 2021 se publicó una cotización de US$ 465,3/t para la oleaginosa, implicando una disminución interanual del 21,5%.

La caída de precios y la incertidumbre productiva desencadenan una baja comercialización de la campaña 2022/23 en estos últimos meses. Analizando la evolución de la comercialización de la cosecha nueva de los últimos 3 años, tenemos que para finales de septiembre y comienzos de octubre nunca nos ubicamos por debajo de las 2 Mt ya comprometidas en negocios, mientras que actualmente apenas se superan las 400.000 toneladas. De hecho, el promedio de participación de la nueva campaña en la comercialización de girasol, en los últimos 3 años (2019-2021) es del 4% para el mes de Julio, 5% para el mes de agosto y 8% para el mes de septiembre. En el corriente año, se observa una disminución de dicha participación, siendo la misma de 1% para los meses de julio y agosto y de un 2% para el mes de septiembre. Estos guarismos arrojan como resultado un descenso del 80% en las toneladas comercializadas respecto al promedio de los últimos tres años.

Esta merma en el nivel de compromisos se puede interpretar como una reacción lógica, tanto de la oferta como de la demanda. Esto es así puesto que las proyecciones de fecha 13 de octubre auguraban un clima congruente con un período “Niña” con un 75% de probabilidad para los meses de diciembre a febrero, lo cual puede morigerar los rendimientos potenciales de la oleaginosa y derivar en complicaciones a la hora de cumplir con dichos compromisos. Al mismo tiempo, la mencionada caída de cotizaciones, que se acerca al 30% en los últimos meses, implica un desincentivo a la realización de negocios.