La producción de carne sobre pastizales nativos y la conservación de la biodiversidad son tareas compatibles y rentables. La propuesta que impulsa el INTA junto con la Fundación Vida Silvestre Argentina y Aves Argentinas, busca aprovechar estratégicamente la diversidad que poseen los pastizales naturales y simultáneamente lograr altos índices productivos.
Los pastizales y sabanas del Cono Sur de Sudamérica poseen una valiosa diversidad biológica, entre las que se destaca una variada flora y fauna autóctona. Desde el Programa Pastizales, Aves Argentinas y la Fundación Vida Silvestre desarrollaron un kit de extensión para las pampas y campos para promover la ganadería de calidad basada en un uso sustentable de los pastizales naturales y la conservación de su biodiversidad.

El kit de extensión se presentó en una conferencia de prensa que se realizó el martes 2 de octubre en el hotel Intersur de la ciudad de Mar del Plata, con la presencia del vicepresidente del INTA, Francisco Anglesio, el director ejecutivo de Aves Argentinas, Santiago D’Alessio, el director general de Vida Silvestre, Diego Moreno, el director de la experimental Cuenca del Salado del INTA, Hugo Nigro, entre otros, junto al coordinador del programa Pastizales de esa fundación, Fernando Miñarro, quien tuvo a su cargo la exposición.

Pablo Preliasco, especialista en ganadería sustentable de pastizal de la Fundación Vida Silvestre, explicó que se trata de aplicar tecnologías de procesos: producir con bajos insumos externos para no generar impacto sobre los sistemas, conservar el ecosistema y garantizar su correcto funcionamiento y características naturales.

Con estas prácticas es posible “triplicar los índices de producción de carne”, expresó Preliasco y agregó que “lo importante es conocer el ecosistema y manejarlo en función de un objetivo productivo, sin descuidar la conservación”.

¿Cómo aprovechar los pastos naturales para potenciar el desarrollo ganadero? “Lo primero, es separar los ambientes. El apotreramiento se realiza según el ambiente y se los subdivide con alambrados eléctricos”, señaló el especialista de la Fundación Vida Silvestre. Así, se manejan los descansos, los pastoreos y se dejan semillar determinadas especies para favorecerlas.

De este modo, “ordenar la actividad tiene sus beneficios”, aseguró Eduardo Obregón, especialista en producción animal del INTA Cuenca del Salado. La propuesta consiste en pastorear de manera controlada los potreros conservando las especies vegetales. “Esto permite aumentar la productividad ganadera y la de los pastos de mayor calidad”, agregó.

Los campos naturales aportan más del 80% de la base forrajera para el desarrollo de la ganadería en la Cuenca del Salado. Con técnicas de manejo sencillas y económicas, como el descanso de los lotes y el pastoreo controlado, mejoró la oferta de pasto y le aportó sustentabilidad al sistema.

De acuerdo con Obregón, el pastoreo controlado mejora la condición y el valor forrajero del pastizal debido a que se utiliza cada ambiente en el momento oportuno. Este manejo permitió un incremento inmediato de la carga animal en un 30% como consecuencia de la mejor distribución de los animales. Unos años después, el incremento de la producción de los pastos invernales permitió que el aumento de la cantidad de vacas por hectárea alcance el 50 y 70%.

“Es que, los pastizales son tan generosos que, ante buenas prácticas de manejo por parte del productor, responden con mayor productividad y más calidad. Sin dudas, trabajar por la conservación permitió mejorar la producción”, destacó Obregón.

Los custodios del ecosistema

Los pastizales templados húmedos –como los de la pampa húmeda, Entre Ríos, Corrientes, Chaco y Formosa– son recursos naturales valiosos para la producción ganadera y como reservorio de agua dulce, nutrientes del suelo y de una amplia biodiversidad de fauna y flora nativa.

Adriana Rodríguez, especialista en pastizales de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), destacó los servicios ecosistémicos que prestan estos ambientes: desde producción de alimentos, regulación y provisión de agua, reciclado de nutrientes, control biológico hasta refugio para algunas especies de aves y recreación turística y cultural.

“Es posible sostener el negocio ganadero agregando un plus al manejo”, dijo Obregón y ejemplificó: “Hay establecimientos que complementaron su actividad productiva con turismo rural e incluyeron recorridos guiados para hacer avistaje de aves”.

De acuerdo con Rodríguez, desde el proyecto intentaron entender cómo funciona cada ambiente para mejorar el hábitat de la fauna y flora silvestre y, que a la vez, sea rentable para el productor.

“Mediante descansos estratégicos logramos el aumento y la recuperación de pastos invernales valiosos desde el punto de vista nutritivo, como la cebadilla chaqueña. Una de las especies más castigada por el sobrepastoreo continuo”, señaló la especialista de la UBA.

Más allá de la mirada productiva, el pastizal natural cumple a la vez la función de refugio y hábitat de especies silvestres. Existen aves específicas de pastizales altos y otras que se adaptan a pastos bajos o pastoreados. Es posible encontrar el equilibrio, la armonía: “Las vacas pueden convivir en ese ambiente. Lo importante, es adaptar el manejo del vacuno a esos objetivos”, indicó Eduardo Obregón.

El proyecto “Pastizales y Sabanas del Cono Sur de Sudamérica: iniciativas para su conservación en Argentina” es co-ejecutado por Aves Argentinas-AOP (AA) y Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) con financiamiento del Fondo de Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés) a través del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial). También financian Pfizer Sanidad Animal y Fundación Pfizer, juanto a The Resource Foundation.

Admás, cuenta con el apoyo del INTA, la Administración de Parques Nacionales (APN) y participa de la iniciativa “Alianza del Pastizal”. El objetivo: impulsar la ganadería sustentable en pastizales, promoviendo la integración de la conservación de la naturaleza y la producción agropecuaria.

INTA