Con el fin de fortalecer el ecosistema local vitivinícola, el INTA acompaña el crecimiento de la producción de vinos caseros en Lavalle, a través de la asistencia técnica, las capacitaciones y la articulación con productores e instituciones para consolidar una identidad vitivinícola propia en el norte mendocino.
Durante varios años, el INTA acompañó el crecimiento sostenido de la producción de vinos caseros y artesanales en Lavalle, Mendoza. Gracias al trabajo articulado con la Asociación de Elaboradores de Vinos Caseros del departamento, formada por 25 familias viñateras, y en conjunto con otras instituciones como el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo, la Escuela Agraria Alberdi, la Universidad Tecnológica Nacional y la Tecnicatura Don Bosco, este proceso permitió el desarrollo de un ecosistema productivo de gran riqueza técnica y cultural.
Mariana Díaz Valentín, investigadora de la Agencia de Extensión Rural (AER) Lavalle del INTA, destacó que “el INTA contribuyó desde sus inicios con la asociación de vinos caseros; en este proceso han participado muchos profesionales de la institución, tanto del área de investigación como de extensión, aportando asistencia técnica, capacitaciones y nuevos conocimientos que han permitido innovaciones en la producción primaria y en los procesos de agregado de valor”.
Esta sinergia interinstitucional permitió abordar las distintas demandas y problemáticas que surgieron desde el territorio, y plantear estrategias concretas para acompañar a los pequeños productores que decidieron dar un paso más y comenzar a elaborar sus propios vinos.
Actualmente, la AER Lavalle mantiene su vínculo mediante la asistencia técnica y desarrolla instancias de capacitación. También participa de eventos clave como el concurso anual de vinos caseros y el seminario regional, espacios que fortalecen los saberes locales y favorecen la interacción entre diversos actores del sector.
“El reconocimiento de Lavalle como una zona de vinos jóvenes, con perfil artesanal y sello propio es el resultado de un trabajo sostenido en el tiempo, donde la investigación, la extensión y el compromiso de la comunidad productiva se entrelazan para generar oportunidades, mejorar la calidad y afrontar los nuevos desafíos de un sector en constante transformación”, concluyó Díaz Valentín.
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